35 años de vivencias en la lucha libre de Chilpancingo

Bienvenidos a esta su nota deportiva, la cual tiene como único fin agradarle, así mismo agradezco profundamente por honrarme con su distinción de tiempo y atención para estas líneas y de igual manera deseo invitarlo a viajar en esto que llamo “El Túnel del Tiempo” en donde compartiré con usted una nota diaria durante únicamente esta semana, iniciando en este día lunes 17 y concluyendo para el día viernes 21 de febrero del año en curso, ojala como bien inicie comentándole pueda acompañarme ya que tratándose de la sección deportiva la relación de cada nota se enfocara al deporte de mis agrados la lucha libre, todo absolutamente todo lo que señalare son el resultado de tres cosas, mis vivencias, mi investigación y mi amor hacia el noble arte de la lucha libre, para iniciar, diré que en el pasado mes de diciembre del año 2019 cumplí 35 años como aficionado de este deporte iniciando en 1984 cuando tenía la edad de 10 años, crecí en el barrio de San Antonio y de igual manera junto al negocio familiar que en ese tiempo se asentó exactamente debajo de donde hoy está el establecimiento de Taco Rock en pleno zócalo, se vendía en la calle y más tarde todos esos establecimientos que fueron construidos con madera y lámina de cartón llegarían a formar lo que hoy conocemos como el mercado “Baltazar R. Leyva Mancilla”, mi familia cuenta de cómo libró aquella tromba de agua que se llevó todo los bienes de los comerciantes que se ubicaron en aquel entonces sobre la calle Baltazar R. Leyva Mancilla calle ubicada bajando de la biblioteca central y detrás del sindicato de maestros jubilados, cuando el puesto estaba allá en pleno zócalo compartía mi tiempo en ayudar en el establecimiento y la primaria, en aquel tiempo corría el año de 1984 y asistía a la escuela “Fray Bartolomé de las Casas” en el turno vespertino cursando el cuarto año de primaria tenía la edad de diez años y jamás imagine lo que la vida estaba preparando para mí en torno a la lucha libre, la costumbre de todos los domingos por la tarde de mi abuela Matilde consistía en llamarme para llevarle a su mama (mi bisabuela) comida, así que como la casa de ella estaba casi justo detrás de la casa de mis abuelos, sobre la calle de Ignacio Allende en el barrio de San Antonio no caminaba mucho y enfilaba mis pasos para cumplir con la encomienda.
Recuerdo claramente llegar a la casa de ella mi bisabuela Doña Tina y al entrar justo antes de encontrármela miré accidentalmente a lo lejos una revista que estaba arronzada sobre un mueble, fue la curiosidad la cual me hizo acercarme y debo decir que la portada de la revista me hizo ojearla y mientras pasaba de hoja en hoja me preguntaba del por qué las personas que aparecían tenían el rostro cubierto, hasta que en unas de esas hojas apareció la figura del “Geniecillo Azul” Lizmark me detuve ahí en ese reportaje a leer lo que mi poco conocimiento entendía y debo decir que las poses , la máscara y la condición atlética de Lizmark me cautivaron y al cambiar de página dos interrogantes me quedaron, una de ellas fue por que Lizmark se llama así y cuál es el significado de su máscara eso si debo decir que una vez al cerrar esa revista ya nada fue igual, esa publicación estimados amigo no era otra más que la revista de “El Halcón” la cual estaba especializada únicamente en la lucha libre la cual un tiempo dirigió el sr. Héctor Valero Meré y en la cual destacó también el nombre de don Juan Cotino que nacido en el vecino municipio de Tixtla de Guerrero fue por tiempo corresponsal para el estado de Guerrero, bien estimados amigos por hoy dejamos esta nota con Don Juan Cotino ya el día de mañana continuará la segunda parte de cinco notas, espero usted se encuentre aquí en la cita que tenemos con la lucha libre local en este “Túnel del Tiempo” por hoy muchas gracias. (Danny Boy)