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=EL UNIFORME PROFESIONAL=
(Por Popo Astudillo Méndez)

Empezaré este escrito, con una reflexión; cuantos árbitros de futbol éramos allá al inicio de la década de los ochenta, diez, quince, no lo sé; pero si sé que no pasábamos de veinte nazarenos, nos reuníamos en el departamento que tenían los hermanos Memije –Jesús y José María- en el centro de Chilpancingo, en la calle Zaragoza, bajo la batuta de ese gran árbitro como lo fue Don Jesús Alberto Morales Arvizu –Q.E.P.D.- originario de Celaya, Guanajuato. Nombres que recuerdo de esos años: Oscar y Antonio de apellidos Pineda Oliveros –originarios de Tierra Caliente- Ernesto Salgado Flores del Puerto de Acapulco. Ismael Portillo, el famoso “Tiburón”. Ático Mora Tapia, hoy destacado profesional de la medicina. Raúl Arzate Martínez, muy técnico en el arbitraje, se le recuerda organizando sus torneos con más de ochenta equipos. Jorge Pedraza Aceves originario del Estado de México, son los silbantes que me llegan al recuerdo; y a lo que voy, nuestros uniformes eran artesanales, hechos en casa, con mucha precariedad, pero también con mucha imaginación. Nuestro libro de cabecera, eran los comentarios sobre la diecisiete reglas de juego así como vivencias arbitrales de ese árbitro internacional de nombre Diego Di Leo, no sé si argentino o italiano, pero su libro era una autentica Biblia para el árbitro, hasta en su grosor.

Hoy en día los silbantes en Chilpancingo, creo sin temor a equivocarme casi llegan a los doscientos –mis respetos para todos ellos- esta nueva generación de nazarenos viene empujando fuerte, apoyados en los avances de la tecnología, hoy son más profesionales. Recientemente platicaba con uno de ellos, y me decía: “Jefe, para que un uniforme profesional, si a la hora de los “chingadazos”, no te va a quitar la bronca”. ¡Exacto! ¡Claro! Le contesté, pero hay de gustos a gustos y de posibilidades a posibilidades. Aquí en el llano en donde nos desempeñamos, donde no hay ninguna garantía para salvaguardar la integridad física del silbante, el uniforme –como decía mi interlocutor- no te va a quitar los insultos y hasta agresión. Y es que en Chilpancingo de continuo aparece un nuevo espacio deportivo –futbol siete- donde por lo general son canchas llamadas de alto riesgo. He visto en estos espacios deportivos amedrentarse hasta el árbitro más capacitado; los he visto titubear, tartamudear, vacilar; con el uniforme profesional puesto. A veces uno quisiera escoger a los equipos a los cuales se les va a sancionar, pero eso es casi imposible. Hablando en cuanto a equipos problema, en realidad son pocos. La ventaja para el árbitro afortunadamente, es que ya los conocemos, y en realidad no es todo el equipo, son uno o dos jugadores que están inconformes hasta de haber nacido, para esos casos, ya lo sabemos, a la primera que hagan la amarilla o roja en su defecto, y a lo que venga. Abur.

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