“LAS APARIENCIAS ENGAÑAN”

“LAS APARIENCIAS ENGAÑAN”
Por Popo Astudillo Méndez
Recientemente sancioné un encuentro de conocida marca refresquera, mismo que se enfrentó a un club de jóvenes burócratas, esto allá en la Ciénega, deportivo propiedad de caballeroso Diego Díaz Padua, el equipo refresquero estaba compuesto por un grupo muy variado de ciudadanos, juzgue usted bien. Venia entre ellos un tipo pelón de lentes con aspecto “intelectualoide”, otro personaje chaparro, moreno de cabello lacio al que de primera impresión creía que era un cargador; uno más cuya vestimenta delataba que era un miembro distinguido de alguna pandilla de Tepito; un jugador más esmirrido y flacucho por el cual no dabas un peso, del que llegué a pensar: esta “pedacera”, que pues.
Y empezó el encuentro, el pelón de gafas de porte intelectual inició reclamándome muy fuerte las marcaciones que consideraba injustas; yo lo veía muy agresivo y pensando que era el gerente lo trataba con demasiada cortesía, al momento que decía: “Estoy marcando correcto señor contador”. A mis espaldas escuchaba risas burlonas, al momento que decían, oíste le dijo contador al pelón. Al chaparro moreno cuando discretamente y apenas balbuceante trataba de reclamarme, yo le contestaba en tono seco y fuerte: juéguenle. Al tiempo que todos su coequiperos se asombraban. Al de aspecto pandillero de Tepito, del cual yo le marcaba todos, me sorprendía cuando decía: “bien marcado hermano”.
Yo muy asombrado continuaba con mi trabajo. El flacucho por el que no daba un peso, me dejaba anonadado con las jugadas que con mucha técnica elaboraba; es más, él fue el autor de los goles con los cuales ganaron. Mi admiración fue mayor cuando un jugador “azucarero” me dijo en corto: “El pelón es técnico auxiliar de chofer-cargador; el prieto chaparro descendiente de chichimecas, es el gerente buey, trátalo con respeto. El que llegó en la moto de tipo “cholo” es “aleluyo” pendejo, ese nunca te va a reclamar”, me decía mi amigo con una sonrisa de oreja a oreja. Y para rematar el flacucho esmirrido, por el cual no das ni un peso, en su juventud jugó con los “arroceros de Cuautla” de la segunda división y fue reserva del Cruz Azul. Me quede boquiabierto y me dije para mis adentros, no cabe duda que las apariencias engañan.
Mi reflexión me llevó a pensar, cuantas muchachitas ingenuas en plena flor de la juventud se fijan y se entregan a jóvenes “cara de niña”, misma que se van con las apariencias; cuando en realidad no saben o no quieren ver que esos muchachos son verdaderos “malandros”. Bien lo decía Don Quijote: “Desprecian a quien en verdad las quieren y aman a quienes las detestan”. En lo personal nunca me va a mandar de representante de algún “personaje” distinguido, por prieto, chaparro, gordo y cara de pocos amigos, para esa representación buscarán a un “güerito” de buena presencia; pero incapacitado para tan siquiera hilvanar dos o tres frases coherentes. El porte es lo que cuenta. Decían de mi compadre el “rasca huele”, es feo pero con buenos sentimientos.