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(Por Popo Astudillo Méndez)

“Pueblo globero recibió su castigo”. Era la frase preferida que de continuo citaba ese gran periodista como lo fue Don Roberto Blanco Moreno; allá por la década de los sesenta y setenta y la traía a colación cuando una sociedad daba un paso en falso, ejemplo: una mala elección al elegir un gobernante.

Guardando las distancias y respetando la investidura de esa gran pluma; yo diría en estos tiempos de pandemias: “Mundo globalizado, neoliberal y materialista recibió su justo castigo”. Esto por la manera en que se conducen los dueños del gran capital en el orbe terrestre; representados por las transnacionales que todo arrasan y lo prostituyen, pegándole al medio ambiente, a la frágil naturaleza en afán de eso, de acumular riquezas y posesiones al costo que sea, y este costo es arrasando grandes extensiones de bosques, contaminando mares y ríos, exterminando por acción u omisión especies de plantas y animales. A este mundo mediocre y globalizado no se le olvidó explotar al máximo la mano de obra barata; no se le olvido respetar el entorno natural; no se olvidó atentar contra los pueblos originarios y sus culturas; no se le olvidó cerrarle sus fronteras a los solicitantes de asilo; solo se le olvidó una cosa en ese inter de ganar por ganar, nutrir su espíritu, como dicen que dijo el maestro de maestros; “no solo de pan vive el hombre”.

De conformidad con nuestra tradición Judeo-cristiana, el día domingo no se debe trabajar, debe estar dedicado a eso a nutrir el espíritu de todos los trabajadores, obreros y campesinos. Pero esas empresas ladronas y violadoras de todas las leyes de los países donde se asientan, no permiten que ese día sus empleados lo ocupen para leer, para convivir en familia, para asistir a un evento cultural y para concurrir al creador, religión o secta que más le acomode; insisto, para eso, para nutrir su espíritu. Hoy esas empresas transnacionales lloran a moco tendido. En el pecado llevan su penitencia. Dicen que el Covid-19 es una enfermedad de ricos, veremos. Dicen que las guerras actuales ya no se ganan mandando ejércitos invasores; hoy en día un país se le puede imponer a otro, con el simple hecho de sembrarles bacterias asesinas; máxime cuando China estaba a punto de convertirse en la primer potencia mundial. Los acusó de asesinos no de pendejos. Después de China Italia duele; hoy los italianos están viendo a la muerte de frente y saben que muchos casos superfluos les salen sobrando; hoy saben que es más importante el saludo y el abrazo sincero de un vecino, que el acumular dinero a lo tonto. Ansían los italianos asistir el domingo para ver jugar a la Juve, al Nápoles o a la Roma; o ir a visitar a los viejos para pasarla en familia, pero no pueden, están presos en sus propias casas. Ojala que después de la tormenta, venga de nuevo un orden mundial, menos hambriento, más humano; menos indiferente, más solidario.

Me pondré la túnica de Casandra y diré lo siguiente: “cuando el racista Trump le cerró las fronteras a nuestros hermanos centroamericanos; le negó asilo a María y a José y con ello al nacimiento de Jesús”. Y por este hecho los americanos se revolcaran en su propia inmundicia, aunque en ello paguen justos por pecadores. Les pasará como en el medio oriente donde nació Jesús y lo crucificaron. Hasta la fecha, árabes y judíos. –ambos son hermanos, ambos descendiendo de la raza semita- no encuentran una hora de paz. Las cosas por algo pasan.

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